domingo, 10 de mayo de 2015

Norma - Acto II

Para leer el primer acto de Norma, pulsa aquí.

Norma se ha pasado el entreacto rumiando sus desdichas en vez de tomarse un ansiolítico, que mejor le iría. Y claro, se alza el telón y está consumidita viva por el rencor y el ansia de venganza. Estamos en su morada, donde duermen sus niños, que no se coscan de nada porque acaban de llegar de un after puestos hasta las trancas de sustancias diversas. Y Norma, que no deja de ser una hacendosa mujercita de su casa, se ha ido a la cocina con la intención de prepararles un saludable y nutritivo desayuno, pero como hoy no tiene la cabeza ni casi nada en su sitio, lo que ha hecho es coger un cuchillo cebollero e irse para la habitación de los niños para velar su sueño. Allí la encontramos, pensando en la mejor forma de vengarse de Pollione, y por un momento se le ocurre matar a los niños, carne de su carne, sangre de su sangre, tejidos de sus tejidos, vamos, que son suyos, y con tan horrendo propósito levanta el cuchillo contra ellos, pero se detiene horrorizada. Horrorizada por su mentecatez, claro, pues de pronto se da cuenta de que la mejor venganza contra Pollione no es matar a sus hijos sino mandárselos a Roma a que vivan con él y le amarguen con sus tontunas. En realidad no era la primera vez en que los niños habían sido motivo de fricción entre ellos, pues cuando nacieron Norma se empeñó en que se llamasen Norma-tiva y Norma-derm. Menos mal que Pollione se puso como se tiene que poner un padre y gracias a eso los niños se llaman ahora Felatómano y Espermatriz y no cualquier nombre absurdo que le hubiese salido a mamá druida de vete a saber qué orificio corporal. Así que Norma llama a Clotilde, su sirvienta, y le manda que le traiga un expreso descafeinado con leche de soja desnatada fría en vaso bajo, y ya de paso, a Adalgisa para aprovechar el viaje. 

Norma, hecha un mar de dudas, velando el plácido sueño de sus hijos.